viernes, 4 de marzo de 2016

Una de cal por las que van de arena.

Por el Súper.

Después de mucha resistencia en lugares como la zona de hospitales de Tlalpan, los pedregales de Coyoacán, Mixcoac, Azcapotzalco, San Pedro de Los Pinos, Álvaro Obregón, Xochimilco y muchos otros, el GDF y la nueva PROCDMX (empresa paraestatal encargada de las ZODES, parquímetros, mega obras y demás), vio una oportunidad en una zona donde no existía tradición de lucha, y donde los proyectos comerciales son comúnmente muy bien recibidos por la población habitante y flotante. El Corredor Cultural (o, mejor dicho, Comercial) Chapultepec, o como algunos lo llamaban “SHOPultepec” (por Shop, que inglés quiere decir tienda o compras), iba a ser la joyita que Mancera estaba esperando, pues como no había gran avance en las demás ZODES, no podía permitir que pasara más tiempo sin que dejara una marca de su administración para ser recordado como un jefe de gobierno… que hace obras. Además, las empresas inmobiliarias ya lo estaban presionando bastante. 


Pero ¡Oh, sorpresa! Mancera y Levy se toparon con una movilización de gente de toda la ciudad, que apoyaron como pudieron a los pobladores a resistir a este proyecto. Podríamos atribuir a que, por el nivel socioeconómico de la zona, algunos de ellos tuvieron un mínimo acceso a medios, lo cual ayudó a que incluso personajes de las redes sociales, como Los Supercívicos, se manifestaran en contra. La estrategia para legitimar la construcción fue una consulta… no vinculante (es decir que serviría para saber la opinión de la gente, pero no para tomar una decisión). Esta estrategia tenía un escenario muy en nuestra contra, pues es sabido por todos, la existencia del gran aparato clientelar que ha generado el PRD en la ciudad de México, y que si algo tenían seguro era votaciones a su favor. Que la sociedad civil organizada contra el CCC participara en dicha consulta era un arma de dos filos. Por un lado, estaba el peligro de que el GDF legitimara el corredor y que los opositores quedáramos como unos intransigentes, que se oponen al progreso. Pero por el otro lado, la gran participación ciudadana, y un rotundo “NO”, podrían darnos más herramientas para frenar este tipo de proyectos. Afortunadamente, el desenlace fue favorable para los vecinos.


Pocos días después de que la consulta dictara una oposición contundente hacia el proyecto, Simón Levy y Mancera anunciaron la cancelación del Corredor Chapultepec, aunque amenazaron con llevar un proyecto “similar” a una zona diferente de la ciudad de México.

El otro sector clave del que hablo es los pedregales de Coyoacán, quienes se oponen a la ZODES Ciudad del Futuro, o ahora llamada “Parque de la Innovación”. Este proyecto, disfrazado de ecológico, no es otra cosa que un proyecto inmobiliario para hacer edificios de condominios. Además de que dicha obra tiene como punto de ubicación, la Planta de Asfalto de Av. Del Imán. Los vecinos de los Pedregales han luchado por décadas para que dicha planta de asfalto se convierta en un parque ecológico, pero los planes del GDF son otros.


La buena noticia es que, al poco tiempo de haber sido anunciado el Corredor Chapultepec como cancelado, la ZODES Ciudad del Futuro también se canceló, no sin la presencia de un berrinche por parte del Dr. MAME. En palabras de Miguel Ángel Mancera Espinosa, “el parque es algo que nosotros quisiéramos hacer, pero en este momento está muy politizado y están, para variar, mal informando a la población de ahí”. Se podría traducir como un “yo los quería ayudar, pero no me dejan ayudarlos”.

Estas dos victorias son muy significativas para los que nos encontramos en lucha contra la corrupción y despotismo del gobierno actual en todos los niveles, por lo cual debemos aprender de estos momentos de organización, que aún no para, pues la lucha sigue adelante y falta mucho para poder detener las obras que, ZODES o no ZODES, siguen afectando nuestro entorno y desplazando a la población nativa de cientos de colonias en esta ciudad.

Algo que tenemos que tener muy claro es que a pesar de que los proyectos se detengan o se cancelen, la política de desarrollos inmobiliarios salvajes ya está siendo ejercida desde todos los niveles de gobierno. Uno puede darse una vuelta por la ciudad y ver cientos de construcciones gigantescas, así como edificios vacíos, en renta o venta, y un sinnúmero de departamentos sin ocupar pero que se rentan en más de 6 mil pesos mensuales, o se venden en más de 3 millones de pesos. 

No es suficiente que detengamos proyectos de manera coyuntural, o defendamos nuestro pequeño territorio, sino que es imperativo que impulsemos un programa general de planeación urbana responsable, que obedezca a los intereses de los habitantes y no a los de las empresas constructoras e inmobiliarias. Y esto únicamente lo lograremos con una organización amplia que aglutine a sectores de todo el Valle de México.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario